Bajo la luz de la luna, Gharel contiene el aliento, mientras sus ojos
reflejan desesperación debido a lo que está presenciando. Frente a él, hay
un gigantesco monstruo de forma humanoide de unos 4, no, 6 metros de altura,
que lo mira fijamente con sus intimidantes ojos carmesí.
A medida que pasan los segundos, la angustia en Gharel aumenta más y más,
ya que nunca imaginó que los monstruos existieran, a menos que se tratara de alguna historia de terror, pero ese no es el
caso.
La situación es demasiado complicado para Gharel, que lo único que puede hacer es quedarse quieto. Y aunque quisiera moverse,
sabe muy bien que moriría en el más mínimo movimiento que hiciera, ya que
las manos, no, esa no es una descripción adecuada, más bien son unas enormes
garras muy afiladas que probablemente cortarían todos los árboles que hay
alrededor del lugar si fueran agitadas por el monstruo, quien, además, tiene
grandes huesos puntiagudos que sobresalen en gran parte de su cuerpo,
especialmente en los hombros. En cualquier caso, Gharel supo que no había
escapatoria desde el primer momento en que lo vio.
Sin embargo, y aunque está en una situación adversa, Gharel sabe muy bien
que aún no puede morir, ya que todavía tiene muchas cosas por hacer. Así
que intenta calmarse y respirar profundo, para después tratar de buscar
una solución.
Pero, de un momento a otro, aquel monstruo, que está sujetando un cadáver
con su garra derecha, mira hacia el cielo estrellado, lo cual desconcierta a Gharel. Y antes de que pueda sacar alguna conclusión, sucede lo inesperado.
—Así que eres capaz de verme, mocoso —dice el monstruo mientras lo mira
fijamente.
Ahora, Gharel tiene que tomar la decisión más importante de su vida. La
que lo cambiará todo.
35 horas antes
Atravesando varios árboles y arbustos a una gran velocidad, Gharel se
dirigía hacia la parte más baja de un terreno inclinado. A medida que seguía
corriendo, su cabello negro se balanceaba de un lugar a otro, y el viento
que impactaba en su rostro movió su flequillo hacia un costado, haciendo
visibles sus ojos azules y tez clara. Él estaba yendo rápidamente, ya que
hace cinco horas comenzó el alba y sabía que se le había hecho tarde para
poder llegar a tiempo a «cierto lugar».
Una vez que Gharel terminó de atravesar todos los árboles y arbustos, llegó
hacia una avenida, donde continuó corriendo, pero en dirección hacia su
izquierda. Y luego de pasar cuatro casas que había a su derecha, llegó a
otra avenida que cruzaba a la anterior, así que siguió con su recorrido en
dirección a la derecha. En su camino, pasó un parque y varias casas, y
después de pasar diez casas más, finalmente llegó a su destino.
Frente a Gharel, que estaba exhausto debido al recorrido que hizo, había
una casa de dos pisos, aunque en lugar de decir «casa», es mejor llamarlo
Courier Mollepata, que es el único establecimiento de servicio de mensajería del pueblo.
Una vez que Gharel recuperó el aliento, entró al
establecimiento y con una sonrisa dijo: «Buenos días, señora Yuria».
Dentro del establecimiento se encontraba una señora de tez trigueña y
cabello largo y oscuro, el cual le llegaba un poco más abajo de los hombros,
y estaba parada detrás de un mobiliario de recepción. Ella era la dueña de
Courier Mollepata, que lleva el mismo nombre del pueblo, y un día antes le
había dicho a Gharel que pasara a recoger lo más temprano posible un
documento que iba a llegar de la ciudad de Mittel, capital de Mittelwelt,
país donde viven. Por esa razón, cuando vio que Gharel llegó tarde, se
mostró un poco preocupada y dijo: «Buenos días, Gharel. Hoy llegaste un poco
tarde. ¿Qué pasó?».
—Ah, bueno, es que... —desvió la mirada— me quedé dormido... —Se sonrojó
ligeramente.
En ese momento, Yuria mostró una pequeña sonrisa y dijo: «Ya veo». Luego
preguntó. «¿Otra vez tu abuelo te hizo entrenar hasta tarde?».
—Lo mismo de siempre. Pero está bien, ¡ya que siento que cada día me estoy volviendo más fuerte! —dijo con una sonrisa.
—Así parece ser. —Cambió su mirada a una expresión enternecedora—. Pero
sabes, Gharel, aún eres demasiado joven, así que intenta no excederte, ¿de
acuerdo? —Sonrió tiernamente.
Gharel solo se quedó en silencio y la escuchó, ya que pudo sentir calidez
en sus palabras.
Luego Yuria se dio la vuelta y, mientras se dirigía hacia un estante para
buscar el documento que le iba a entregar a Gharel, dijo: «Disfruta todo lo
que puedas y no te arrepientas de nada». Cuando llegó hacia el estante, se
arrodilló y comenzó a buscar en el último cajón unos sobres manila. «Nunca
sabes lo que puede ocurrir mañana. Además, eres de los pocos jóvenes que aún
quedan en el pueblo». Mientras estaba arrodillada, dirigió la vista hacia
Gharel y le mostró una sonrisa enternecedora. «Así que, por favor, quédate
un poco más de tiempo con nosotros, ¿sí?».
Cuando escuchó eso, Gharel se sonrojó ligeramente y se quedó en silencio una vez más.
Para Yuria, Gharel era como un segundo hijo, ya que, después de todo, lo
conoce desde que tenía ocho años. Ella lo conoció una tarde cuando él estaba
jugando con su hijo en un parque donde muchos niños solían reunirse. Y desde
entonces, Gharel comenzó a visitarla frecuentemente para poder jugar con su
hijo. Fue así como Yuria le tomó cariño, y es por eso que le dio ese
consejo. Y cuando dijo lo de «quedarse más tiempo», fue porque
actualmente en el mundo se estaba librando una gran guerra que comenzó hace
17 años, y debido al desgaste del conflicto bélico, muchos jóvenes que
recién cumplían los 16 años comenzaron a enlistarse en el ejército. Por
supuesto, el servicio militar no era algo obligatorio, pero, aun así, la
gran mayoría de los jóvenes del pueblo sintieron la necesidad de apoyar a su
nación. Y por alguna razón, Yuria sintió que Gharel también quería hacer lo
mismo.
—¡Aquí está! —dijo Yuria mientras sacaba del estante un sobre manila.
Luego Yuria se acercó hacia Gharel y le entregó el sobre manila mientras, con una sonrisa, le dijo: «Aquí tienes. Ten cuidado al momento de
llevarlo».
—Muchas gracias, señora Yuria —dijo con una sonrisa—. Vendré a visitarla otro día. Cuídese.
En el momento que Gharel se disponía a retirarse, Yuria le dijo: «Espera,
Gharel. Aún tengo algo importante que decirte».
—¿Eh?
—Hace poco recibí una carta de Yaku. Me dijo que vendrá mañana.
En ese instante, Gharel se mostró bastante sorprendido, pero era debido a
lo emocionado que estaba. Su corazón parecía una fiesta, ya que latía
fuertemente al saber que Yaku, el hijo de Yuria y a quien considera como un
hermano, iba a regresar después de tres años. En todo ese tiempo, Gharel
siempre estuvo preocupado por él, puesto que, al igual que muchos jóvenes
que cumplieron los 16 años, también se había unido al ejército.
—¿¡Está hablando en serio!? —exclamó con alegría.
—Sí —dijo con una sonrisa—, es por eso que te pedí que hoy vinieras
temprano porque voy a cerrar el establecimiento en un momento para ir
organizando desde ahora una apropiada bienvenida para Yaku.
—¡Genial! Tengo muchas ganas de verlo. Hace tres años que no sé nada de
él y tengo tantas preguntas que hacerle —dijo emocionado.
—Me lo imagino. Es por eso que quiero invitarte a ti y a tu abuelo a un
almuerzo familiar que realizaré el día mañana. Después de todo, tú eres parte de mi familia, y eres como un hermano menor para Yaku.
—¡Gracias! ¡Y sí, definitivamente mañana estaré aquí! Aunque no sé si mi
abuelito podrá venir, pero haré el intento.
—Entiendo. Bueno, entonces nos vemos mañana. Ve con cuidado,
Gharel.
—Lo tendré. Gracias por todo, señora Yuria. ¡Cuídese! —Se despidió con una sonrisa.
Una vez que Gharel salió del establecimiento, comenzó a caminar lentamente,
cuando de repente sacó a relucir un collar que llevaba puesto, ya que en él
había un dije que tenía una foto en la que aparecían cuatro niños, incluido
él. En ese momento, empezó a sentir nostalgia mientras miraba la foto, y
pensó: «Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos hemos reunido.
Espero que todos estén bien».
De repente, Gharel oyó una voz que venía desde atrás.
—Buenos días, Gharel.
—¿Eh? —Dirigió la vista hacia atrás a medida que se daba la vuelta.
—Hola. —Levantó la mano derecha en señal de saludo.
La persona que estaba parada frente a Gharel era un señor de tez clara,
ojos cafés y cabello marrón y corto. Asimismo, vestía una chaqueta de médico y llevaba un maletín en la mano izquierda.
Al verlo, Gharel se avergonzó un poco y dijo: «Ah, buenos días, doctor
Sihui. Disculpe por no reconocerlo».
—No te preocupes. Pero parece que estás un poco distraído. ¿Ocurrió
algo? —preguntó preocupado.
—Ah, no, no es nada malo —dijo mientras agitaba ambas manos para
intentar dar una explicación—. Lo que pasa es que hace un momento estaba
en Courier Mollepata para recoger un documento que le llegó a mi
abuelito. Y antes de irme, la señora Yuria me dijo que Yaku llegará
mañana. Por eso estaba un poco pensativo, ya que estaba recordando la
última vez que lo vi.
—¡Wow! ¡Eso sí que es una buena noticia! —dijo con una sonrisa—. Me da
gusto saber que Yaku regresará sano y salvo.
—¡Sí, estoy contando las horas para verlo!
Al ver a Gharel entusiasmado, el doctor Sihui se sintió más aliviado y
luego dijo: «Bueno, entonces parece que todo está bien».
—Sí, no se preocupe. Todo está bien —dijo con una sonrisa—. Más bien, le
pido disculpas por haberlo preocupado.
—No te preocupes, no tienes por qué hacerlo —respondió amablemente—.
Bien, entonces nos vemos más tarde en el hospital. Regresa a casa con
cuidado. —Se despidió con una sonrisa.
—Gracias, doctor Sihui.
Una vez que el doctor Sihui se retiró, Gharel miró al cielo y con una
sonrisa dijo: «Bueno, parece que hoy será un buen día».
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Gharel la leyenda de un guerrero
Gracias! Estaba esperando con ansias tu novela. Dejame decirte que me encantó esta primera parte, y también el nuevo formato que le has dado a tu historia, está exquisito. Gran trabajo Kevin!
ResponderBorrarSaludos.
Interesante. Creo que le falta un poco más de detalles para que esté perfecto. Por lo demás, está bien. Me gusta la historia. Y me encantó la primera parte.
ResponderBorrarEsperaré con ansias el siguiente capítulo.
Saludos.
Está entretenido la historia compa, actualiza más caps porfa.
ResponderBorrarSaludos.