Ante el asombro de Gharel, Katari dijo: «Para mí también fue una sorpresa, Gharel. Pensé que toda la familia de
Jedrek Nowak había muerto hace años, incluyéndote a ti».
—¿Qué...? ¿A qué se refiere con eso...?
En ese momento, Jedrek, que aún seguía arrodillado, movió su brazo derecho
en dirección hacia Gharel, como una forma de detenerlo. Y cuando vio eso,
Gharel se mostró un poco confundido, mientras Jedrek le preguntó: «¿Conoces a ese tipo?».
—¿Eh? Bueno, sí. Lo conocí ayer en el hospital.
—Ya veo.
Ante tal situación, Gharel miró fijamente a su abuelito y pensó: «¿Qué?
¿Acaso no conoce al señor Katari? Pero si él le habló como si lo
conociera...». Dirigió la vista hacia el frente. «Entonces... eso
significa que el señor Katari es nuestro... ¿enemigo...?».
Con cada segundo que pasaba, la angustia de Gharel aumentaba más y más. Entonces pensó: «¡Maldición! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué está pasando todo esto?! ¿¡Por qué el señor Katari está aquí!? ¡¡Simplemente no lo entiendo!!». Bajó la mirada. «Además, ¿a qué se refiere con que toda la familia de mi abuelito debería haber muerto hace años, incluyéndome a mí?».
Repentinamente, Katari sonrió y dijo: «Bueno, no perdamos más el tiempo y acabemos con esto de una vez por todas». Dirigió la vista hacia el soldado que está a su izquierda. «¿Cuánto tiempo tenemos?».
—De acuerdo con las investigaciones que hicimos, disponemos de 22 minutos
como máximo para acabar con nuestro trabajo —respondió el soldado.
—Bien. —Miró hacia adelante—. Entonces traigan de una vez el cañón
TX.
—Como usted diga, capitán.
En ese instante, los dos soldados se dieron la vuelta y se retiraron rápidamente. Segundos después, Gharel, que estaba nervioso, preguntó: «¿Por qué hace esto..., señor Katari? Yo...». Por un instante, bajó la mirada, pero luego la subió. «¡Yo simplemente no puedo creer que usted sea nuestro enemigo!».
—Supongo que te debo una explicación, Gharel. Después de todo, la pasamos
muy bien ayer, ¿no es así?
Gharel se quedó en silencio, cuando de repente Jedrek
intervino.
—Ya fue suficiente. No hay motivos para escucharlo, Gharel. —Miró a su nieto y luego le sonrió—. No te preocupes, todo saldrá
bien.
—Abuelito...
De pronto, Katari comenzó a reírse a carcajadas y luego dijo: «"¿Todo saldrá bien?" ¡Ja, ja, ja! No me hagas reír, estúpido viejo». Se quedó en silencio por un momento mientras miraba fijamente a Jedrek. «Tú no puedes salvar a nadie. Ni siquiera cuando fuiste el Comandante General de Mittelwelt pudiste salvar a tu familia».
—¿Comandante General...? —dijo Gharel con sorpresa—. ¿Abuelito, acaso
tú...?
Mientras Jedrek se quedaba en silencio, Katari dijo: «Así es, Gharel. Ese
vejestorio fue alguna vez el Comandante General de Mittelwelt. Y por lo que veo, parece que desconoces muchas
cosas».
—¡Suficiente! —exclamó Jedrek.
En ese momento, Jedrek intentó ponerse de pie, pero nuevamente volvió a toser con fuerza, provocando que se arrodillara otra vez.
—¡Abuelito, no te esfuerces demasiado, por favor! —dijo mientras
intentaba ayudarlo a mantener el equilibrio.
Al ver a Jedrek arrodillado, Katari lo miró con desprecio y dijo: «Patético. No eres ni la sombra de lo que alguna vez fuiste, ex comandante
general».
De un momento a otro, Gharel se armó de valor y, mientras soltaba a su
abuelito, exclamó con enfado: «¡¡Ya basta, señor Katari!!». Lo miró seriamente. «No tengo ni la más mínima idea de lo que está sucediendo,
pero tampoco quiero saberlo. Además, no me importa el pasado de mi
abuelito, ya que supongo que debió tener sus razones para no contármelo.
Lo único que quiero en este momento... ¡¡Es que se vayan y nos dejen en
paz!!».
—Ya veo. Es comprensible tu pedido. Pero lastimosamente no puedo
hacer eso, Gharel. Ya que si quiero sobrevivir, debo capturar a tu abuelo,
así sea vivo o muerto.
—¿Qué...? —dijo angustiado.
—Vamos, no pongas esa cara. Tu sufrimiento será corto, ya que también
tengo planeado matarte.
Al escuchar eso, Gharel se quedó perplejo, ya que no sabía cómo actuar ante la situación que estaba enfrentando. Él se quedó en silencio mientras miraba hacia abajo. Y luego de unos segundos de pensar, dijo: «Entiendo».
—¿Entiendes? —dijo Katari con un tono sarcástico.
—Así es. —Lo miró fijamente—. Esta es la felicidad que usted encontró,
¿no es así?
Por un momento, Katari se quedó en silencio, pero luego dijo: «Así que
recuerdas lo que te dije ayer». Cerró los ojos y luego los abrió. «Bien,
entonces dime, Gharel. ¿Qué sabes acerca de esta guerra que el mundo
entero está afrontando?».
—...
—Al parecer no sabes casi nada. Pero está bien, lo entiendo, después de
todo, el miserable de tu abuelo no te contó nada. —Lo miró fijamente—.
Aunque no lo creas, realmente me caíste bien ayer. Así que, mientras
espero a mis subordinados, te contaré un poco sobre el pasado y del por
qué estoy aquí.
Gharel se quedó en silencio.
—Para comenzar, no me llamo Katari, mi nombre real es Atuq. Y soy el
excapitán de la compañía militar número 17 del país de Suktu, el cual ya
no existe hoy en día. Aunque alguna vez fuimos aliados de
Mittelwelt.
Impactado, Gharel siguió escuchando.
—Verás, Gharel. Esta maldita guerra comenzó hace 17 años por culpa del
país de Mittelwelt, ya que las ambiciones de sus gobernantes fueron más
importantes que los intereses de sus ciudadanos. Y por culpa de esa
estúpida guerra, el país de Suktu, que era su aliado en ese momento, también tuvo que
involucrarse en el conflicto bélico.
Dirigió la vista hacia Jedrek.
—En aquel entonces, Jedrek Nowak era el Comandante General de Mittelwelt y también el encargado de dirigir 10
batallones del país de Suktu.
Volvió su mirada hacia Gharel.
—Con el pasar de los meses, mi país ya no pudo resistir más la guerra debido a que hubo una gran crisis económica. Así que los gobernantes de aquella época decidieron retirarse del conflicto y luego declararse neutrales. Pero para poder lograrlo, se tuvo que pagar una gran cantidad de dinero, sin mencionar que también tuvimos que ceder algunos territorios. Realmente... la guerra nos perjudicó demasiado; sin embargo, no podíamos reclamar, ya que, después de todo, éramos aliados de Mittelwelt.
Miró hacia arriba.
—Debido a la gran crisis que estábamos teniendo, Mittelwelt prometió
ayudarnos. Y así fue. Hasta que cierto día de hace 15 años, fuimos
atacados por diversos países que en algún momento firmaron la paz con
nosotros. La excusa para ellos era que nosotros aún seguíamos conectados
con Mittelwelt.
Bajó la mirada.
—Ante tal situación, le pedimos ayuda a Mittelwelt, quien nos dijo que iba a ayudarnos. Sin embargo, la ayuda
nunca llegó, y con el pasar de los días mi país fue destruido
completamente.
Miró con rabia a Jedrek.
—Lo perdí todo. Mis amigos, mi familia, mi nación... No quedó
absolutamente nada. Al final, esos países se quedaron con nuestros
territorios, pero no solo ellos... —Su enfado aumenta—. Ya que esos
miserables de Mittelwelt también se quedaron con una parte del país.
Gharel se quedó perplejo. No sabía qué decir.
—Y así es como mi país fue destruido, Gharel.
Una vez más, Gharel permaneció en silencio.
—Después de aquella masacre, solo hubo unos cuantos sobrevivientes,
incluyéndome a mí. Y desde entonces comenzó nuestra tragedia, ya
que ningún país nos quería refugiar, sin mencionar que Mittelwelt nos dio la espalda. Pero aun así, pudimos sobrevivir unos
cuantos, haciendo todo tipo de cosas.
Miró fijamente a Gharel.
—Algunos tuvimos que convertirnos en mercenarios para poder mantenernos
con vida. Fue así que, con un grupo de personas que yo mismo formé,
comenzamos a hacer trabajos sucios a cambio de dinero y armas.
Dirigió la vista hacia Jedrek.
—En uno de esos trabajos, nos enteramos que Mittelwelt había sido atacado severamente. Y que en ese ataque,
el Comandante General perdió a toda su familia.
Miró fijamente a Gharel.
—Te soy honesto. Realmente sentí satisfacción al saber que su familia
estaba muerta, ya que pensé que finalmente se había hecho algo de justicia
para nosotros, puesto que ese miserable nos dio la espalda cuando más lo
necesitábamos.
Nuevamente, Gharel, que estaba perplejo, no dijo nada. Por un momento, Atuq también se quedó en silencio, pero luego de unos segundos dijo: «Con el pasar de los años, fuimos encontrando a más sobrevivientes de mi país, quienes después se unieron a nuestro grupo, formando de esta forma una gran familia».
Miró fijamente a Gharel.
—Es así como encontré la felicidad en toda esta miseria, Gharel. Y aunque
seamos mercenarios, es lo que debemos hacer para poder sobrevivir en
este mundo cruel.
La situación era complicada para Gharel, ya que no sabía qué decir para describir lo que sentía y pensaba. Todo le parecía demasiado perturbador, puesto que en parte entendía a Atuq, pero a la misma vez era consciente de que no había justificación para lo que estaba haciendo. Y con cada segundo que pasaba, su angustia seguía aumentando.
—Tu silencio lo dice todo. Pero está bien, ya que es compresible que
estés impactado después de saber la atrocidad que le hizo tu país al
mío.
—...
Repentinamente, Jedrek intervino y dijo: «Ya veo. Así que estás haciendo todo esto por venganza, ¿no es
así?».
En ese momento, Atuq sonrió levemente y luego dijo: «Bueno, en parte
sí. Pero también lo hago por dinero, ya que hay una enorme
recompensa por tu cabeza».
Cuando escuchó eso, Gharel, que lucía confundido, pensó: «¿Recompensa?». Entonces, para aclarar su duda, preguntó. «¿A qué te refieres con eso?».
—¿No es obvio? —dijo sarcásticamente—. Muchos países están detrás de
Jedrek Nowak, después de todo, es el ex comandante general de
Mittelwelt.
En ese momento, Gharel se percató de algo y pensó: «Un momento, si mi
abuelito tenía un cargo tan importante, eso significa que el Estado...
¿nos estuvo protegiendo todo este tiempo?». Miró hacia abajo. «Realmente,
todo esto es impactante, nunca imaginé que mi abuelito fuera
el ex comandante general del país. Pero... eso no es lo que importa ahora». Levantó la mirada. «Lo importante aquí es cómo el señor Atuq pudo encontrarnos, si se supone que el Estado debe estar
protegiéndonos».
—¿Quieres saberlo, no es así, Gharel? —dijo Atuq con una sonrisa.
—¿Eh?
—Ya te lo dije antes. Tu mirada refleja lo que piensas.
—Entonces, ¿cómo fue que nos encontraste?
A medida que Atuq dirigía la vista hacia Jedrek, dijo: «Bueno... eso fue
porque hubo un país en particular que estuvo buscando por mucho tiempo a
Jedrek Nowak. Y cuando finalmente lo encontraron, nos llamaron, ya que
sabían que no había un mejor grupo de mercenarios que nosotros para llevar
a cabo el trabajo».
Miró a Gharel.
—Para ese país fue muy complicado encontrar a Jedrek Nowak, ya que él contaba con la protección de Mittelwelt. Sin embargo, incluso un país poderoso también tiene
debilidades. —Sonríe levemente—. En este caso, la debilidad fuiste tú,
Gharel.
—¿... Qué...? —dijo Gharel confundido.
—Sí, para mí también fue una sorpresa al saber que Jedrek Nowak tiene un nieto, ya que pensé que toda su familia había
muerto. Pero también te lo agradezco, Gharel, puesto que gracias a ti
pudimos llegar hasta aquí.
Mientras Gharel permanecía en silencio, Atuq continúo hablando.
—Aunque para ser honesto, por un momento sentí rabia —sonrió—, pero luego
me tranquilicé al saber que podía matar al nieto del miserable que nos
traicionó. Así que después de recibir toda la información necesaria sobre
ustedes, nos infiltramos en el país. Para ello, tuve que matar a un
oficial llamado Katari y luego tomar su lugar, lo cual fue fácil gracias a
la tecnología que nos brindó ese país.
Dirigió la vista hacia Jedrek y con una sonrisa dijo: «Por cierto, hablando sobre eso. Creo que la tecnología de ellos es más
avanzada que la de Mittelwelt. Al parecer, muy pronto ustedes perderán su posición en este
mundo».
En ese momento, Jedrek y Atuq se miraron fijamente. Y luego de unos
segundos, Atuq miró a Gharel y dijo: «Y bueno, Gharel. Así fue como llegamos hasta aquí. No es necesario que
diga más porque ya sabes lo que pasó después, ¿verdad?».
Al escuchar eso, Gharel miró hacia abajo y pensó: «Así que el encuentro que tuvimos ayer también fue planeado. Pero aun así, ¿cómo fue que yo los conduje hasta aquí? No tiene sentido... ¿Acaso hice algo que llamara la atención?». Intentó recordar sus acciones pasadas. «No, no hay forma de que yo haya hecho algo malo. ¿Pero entonces...?».
Gharel levantó la vista y miró fijamente a Atuq. Luego le preguntó: «¿Cómo...? ¿Cómo fue que yo los conduje hasta aquí?».
—Eso ya no importa, Gharel —dijo con una sonrisa—. Lo importante es que
ambos morirán aquí. Aunque tal vez deje con vida a ese estúpido viejo, ya
que, después de todo, él padece una terrible enfermedad. Y debido a eso,
no es capaz de pelear como antes solía hacerlo, lo cual es perfecto,
puesto que hace mi trabajo más fácil de lo que ya es.
Con una sonrisa desafiante, Atuq miró fijamente a Jedrek, quien aún
seguía arrodillado.
Y mientras Gharel permanecía en silencio, en ese instante aparecieron los dos soldados, trayendo el arma que su capitán les había pedido.
—Aquí está el cañón TX, capitán —dijo uno de los soldados—. Solo falta activarlo.
—Bien. —Sacó un dispositivo redondo de su chaleco y luego lo introdujo en el guante de su brazo izquierdo—. Yo me encargaré de amplificar el
campo electromagnético, mientras ustedes activan el arma. Ya no nos queda
mucho tiempo.
—De acuerdo, capitán.
Mientras los dos soldados estaban activando el cañón TX, que
era de plasma y tenía un dispositivo que le permitía disparar de forma
consecutiva, Atuq comenzaba a amplificar el campo electromagnético para que los
protegiera del daño colateral.
A medida que pasaban los segundos, Gharel comenzaba a tener claro lo que
tenía que hacer. Luego dirigió la vista hacia Jedrek y pensó: «En el
estado que se encuentra mi abuelito, no podrá seguir peleando. Así que,
sin importar lo que pase, no permitiré que esos malditos se salgan con la
suya. Ya no dudaré más en lo que debo hacer».
De pronto, uno de los soldados dijo: «Listo, capitán. El cañón TX ya está
activado».
—Bien, tráiganlo aquí adelante.
Ínterin los dos soldados movían el arma, Jedrek comenzó a toser
nuevamente, escupiendo más sangre que antes. Y al verlo en ese estado,
Atuq dijo: «Das lástima, Jedrek Nowak. Alguna vez fuiste un gran guerrero,
y hoy solo eres una cáscara vacía».
Ambos se miraron fijamente. Y luego de unos segundos, Atuq sonrió y dijo: «Bueno, no importa».
En ese instante, los dos soldados pusieron el arma delante de Atuq, y uno de ellos dijo: «Todo listo, capitán».
Con una sonrisa desafiante y mientras seguía mirando fijamente a Jedrek, Atuq dijo: «Este arma tiene el poder suficiente para destruir todo el
pueblo. Imagina lo que te hará».
Fue en ese momento que la determinación de Gharel aumentó. Y
mientras hacía un puño con su mano derecha, levantó la mirada y dijo: «No
lo permitiré».
Atuq lo miró fijamente y le preguntó: «¿No vas a permitir qué?».
—No voy a permitir que lastimes a mi abuelito.
—Oh, así que vas a rebelarte. —Sonrió—. ¿Y qué se supone que harás?
Por unos segundos, Gharel cerró lo ojos, pero luego los abrió y dijo: «Ya me tienes harto». Dio un paso adelante. «No me importa el pasado que tengas, ya que eso no justifica en lo que te has convertido ahora. Y aunque me digas que mi abuelito es una mala persona, yo simplemente no te creeré porque crecí con él y sé la clase de persona que es. Así que...».
Mientras lo miraba seriamente, Gharel comenzó a dejar fluir su energía, el
cual tiene afinidad con el elemento tierra, y gracias a eso, provocó un
pequeño temblor en el lugar.
—Vaya, vaya. Así que eres capaz de controlar el elemento tierra. —Se
rio—. Bien. ¡Entonces demuéstrame de lo que eres capaz de hacer,
mocoso!
—¡¡Haaaaaaahhhh!! —exclamó Gharel a medida que levantaba el brazo
derecho.
En ese instante, surgieron cuatro enormes muros de tierra que encerraron a
Atuq y los dos soldados en una especie de prisión cuadrada.
Luego, y en un movimiento rápido, Gharel movió su brazo derecho hacia
adelante, y con su mano, que en ese momento estaba extendida, hizo un puño,
lo cual provocó que dentro de la prisión de tierra salieran unas enormes
puas, impactando en Atuq y los dos soldados.
Después del ataque, Gharel se quedó en silencio, esperando a ver qué
pasaba.
Segundos después, Gharel notó un pequeño ruido. Y luego de unos tres segundos, se oyó una fuerte explosión que destrozó la prisión de tierra.
Ante tal situación, Gharel permaneció tranquilo.
—Eso fue entretenido, Gharel. Pero no es suficiente —dijo Atuq con una sonrisa.
Ambos se miraron fijamente.
—Bien, ya no tengo más tiempo. Así que acabaré con esto de una vez por
todas. —Dirigió la vista hacia los soldados—. ¡Apunten el cañón TX hacia
Jedrek Nowak!
Mientras el arma estaba siendo apuntada hacia Jedrek, Gharel exclamó: «¡Aún no he terminado, Atuq! ¡Ahora verás mi ataque final!».
—¡Disparen! —exclamó al mismo tiempo que movió su brazo derecho hacia adelante en señal de que estaba dando una orden.
Desesperado, Gharel intentó levantar un muro de tierra, pero de repente
se percató de algo.
—¿¡Qué pasa!? ¿¡Por qué no disparan!? —preguntó Atuq con enfado.
Repentinamente, el soldado que estaba a la izquierda de Atuq comenzó a escupir bastante sangre. Y cuando vio eso, Atuq se mostró muy confundido, preguntándose a sí mismo qué estaba pasando. Así que rápidamente dirigió la vista hacia Jedrek para ver si estaba involucrado en el extraño suceso. Sin embargo, se llevó una gran sorpresa al ver que él ni siquiera se movió. Y justo antes de mirar a Gharel, su rostro se llenó de sangre, pero no era la suya, sino la de su segundo subordinado que había sido cortado a la mitad, lo que provocó que su sangre salpicara por todo el lugar.
Ante tal situación, Atuq entró en pánico, ya que no sabía quién los estaba atacando. Y antes de que pudiera hacer algo, sintió que algo le atravesó el estómago. Así que, con gran desesperación, intentó ver qué lo estaba atravesando, pero se dio cuenta de que no había nada y que lo único que podía ver era su sangre.
En ese instante, Atuq se elevó unos cuatro metros. Y al no saber qué estaba pasando, sus ojos se llenaron de terror mientras por dentro sintió una gran desesperación. De esta forma, y luego de unos segundos, dio un gran grito a medida que lloraba desconsoladamente. Su desespero era tan grande que incluso gritó el nombre de Jedrek, pidiéndole ayuda.
Y cuando supo que ya no tenía salvación, Atuq dirigió la vista hacia Gharel y se
percató que él sí podía ver a la «cosa» que lo estaba matando.
Entonces, de un momento a otro, el cuerpo de Atuq fue partido por la
mitad de la cintura para abajo, causando una lluvia de sangre.
Ante tal escena, los ojos de Gharel comenzaron a reflejar la gran
desesperación que estaba sintiendo. Luego, con voz temblorosa, dijo: «Pero... ¿Qué rayos... es ese monstruo...?».
Ya en aquel momento, la noche más oscura recién comenzaba para Gharel.
Etiquetas
Gharel la leyenda de un guerrero